En la ciudad de Vigo, muy bien comunicada, con uno de los puertos más importantes y mejor ubicados de Europa, los únicos coches de alta gama que se veían a mediados del pasado siglo XX —hace más de sesenta años— eran los que formaban parte del cortejo de Francisco Franco cuando se acercaba a la ciudad para visitarla o realizar alguna inauguración.
Uno de ellos era un Rolls Royce blindado que todavía forma parte de Patrimonio Nacional y que utilizó para venir a la inauguración de la cruz que está en la falda del monte de O Castro. Los otros coches de alta gama que se veían en la ciudad de Vigo en aquellos años eran los que acompañaban por tierra al lujoso yate “Iduna», propiedad de un acaudalado portugués y que atracaba todos los veranos en el muelle del Club Náutico.
Debemos recordar que tener un coche normal y corriente en aquella época no estaba al alcance de todos, hasta que llegó el “seiscientos” y fue abriéndose paso y convirtiendo en realidad los sueños de la clase media española. Luego hizo furor el Citroên 2CV —conocido como “Dos caballos”—, y tanto la firma española SEAT como la firma francesa que fabricada en la ciudad de Vigo fueron cubriendo los huecos y las aspiraciones.
Pero las marcas de lujo siempre han estado alejadas de las economías del ciudadano medio. Hoy, en cambio, quizá sea porque los más ricos ya no tienen recato en mostrar su poder económico, los coches de lujo van tomando las calles como si los regalaran. Así las cosas, casi nadie se asombra de ver circulando por las calles viguesas diferentes modelos de Porche, Ferrari, Lamborghini, Mercedes y BMW de alta gama…, e incluso algunos modelos de Rolls Royce antiguos y primorosamente cuidados, y alguno de los últimos modelos de la fastuosa marca Bentley.