En otros tiempos estos temporales se conocían como galernas, unas más intensas que otras. Y entonces los grandes buques interrumpían sus travesías para refugiarse en las aguas de la ría de Vigo mientras el transporte marítimo de pasajeros que comunicaba con O Morrazo quedaba clausurado hasta la mejora del tiempo. También caían árboles y algunos tejados sufrían la fuerza del viento, como ahora ocurre. No es, por lo tanto, nada nuevo para quienes ya peinan canas. Pero sí es cierto que en esta ocasión, llamen como quieran llamar al meteoro, ha sido realmente fuerte, muy intenso. En las calles, muchos paraguas no han resistido y han terminado en alguna papelera o en algún contenedor. Y algunas personas han recurrido al chubasquero o al plástico transparente, pero el viento, que no perdona ninguna situación ni tampoco distingue ningún tipo de protagonista, agita violentamente el plástico impidiendo la visibilidad del transeúnte como si de un diluvio se tratara.