Pero en realidad no se trataba de un perro de carne y hueso, sino de un peluche de grandes dimensiones que hace unos años superarían, incluso, el tamaño de la chica que ahora ya roza la adolescencia. Y a juzgar por el cuidado con el que lo llevaba concluimos que debe ser un recuerdo muy importante para ella, sin duda, el obsequio de algún ser querido que intentó hacerla feliz.