Con la delicadeza de sus melodías aporta una banda sonora tranquila a una ciudad de vida trepidante en una de las calles más comerciales. Él, siempre amable y casi ajeno al trajín diario, continúa con su ritmo hasta la caída de la noche, pulsando las numerosas cuerdas de un instrumento que llama la atención de los viandantes que agradecen su presencia y su música relajante.