El puente de Rande también llevó su parte de culpa y eso motivó su ampliación, aunque lo cierto es que no se nota demasiado. Quizá haya llegado el momento de plantear la construcción de un nuevo puente entre ambas orillas de la ría, pero en otra ubicación. Tarde o temprano tendrá que hacerse.
Además, habría que contemplar la posibilidad de que el transporte de la ría sea realizado por embarcaciones tipo “ferry”, que permitan el transporte de coches, como ocurre, por ejemplo, entre las dos orillas del río Miño.
Esta opción de viaje y un horario ampliado, por lo menos los fines de semana, hasta más allá de la media noche, beneficiaría, sin duda, al comercio y, principalmente, a la hostelería de ambas orillas.