Con los avances tecnológicos las comunicaciones casi han quedado reducidas a los medios digitales. Internet ha conseguido facilitar la comunicación digital con cualquier parte del mundo pudiendo enviar fotografías y videos e incluso realizando videollamadas.
Todo esto era impensable hace cincuenta años y quienes han vivido los comienzos de la informática y de internet aún recuerdan la lentitud y las limitaciones de los primeros equipos así como las dificultades para conectarse a internet con aquellos primitivos módems en los que se encajaba el antiguo teléfono de sobremesa, y en los que se oían multitud de pitidos que no eran otra cosa que las señales que se transmitían a través del cable.
Y recuerdan, también, los primeros teléfonos móviles, inalcanzables por su precio y con grandes problemas de conexión por la falta de cobertura. Por eso las comunicaciones de hoy en día, con todos sus problemas, constituyen algo que antes pertenecía a la ciencia ficción.
Lo más triste de la digitalización de las comunicaciones es que, con todos estos avances, la correspondencia epistolar, la que sigue enviándose por correo postal, ha ido quedando casi en el olvido. Hace unos años aún se enviaban por correo tradicional las postales de Navidad, pero en la actualidad ya existen, incluso, postales digitales que superan a las de papel.
De cualquier modo, siguen quedando personas románticas que se niegan a perder esas costumbres y siguen enviando las tradicionales postales y cartas manuscritas.