Hoy, en cambio, rodeados de asombrosas tecnologías y con un mundo que parece girar cada vez más deprisa, el mismo símbolo se reduce, tan solo, a unas líneas mal pintadas con la ayuda de un aerosol. Porque el amor actual seguramente sigue siendo el mismo, igual de intenso y con similares ilusiones, pero quizá más breve y menos comprometido, acorde con los tiempos que nos toca vivir. Y si todo ha cambiado tanto, incluidas estas cosas del amor, cabe preguntarse cuán fugaz será en ese futuro incierto que vivirán nuestros descendientes y que nosotros seguramente ya no veremos.