“La elipse templaria” es la novela de mayor éxito de Abel Caballero. Cuenta con varias ediciones y ha sido traducida al inglés, al francés y al italiano. El libro está ambientado en el siglo XIV y recrea una Galicia que se enfrenta a la encrucijada de convertirse en capital de Occidente. Narra la construcción del actual Hostal dos Reis Católicos. Especula con el asesinato de un Papa. Describe el París que acaba de inaugurar Notre Dame y sus personajes a veces pasean por la colosal Estrasburgo. En conjunto, urde una interesante trama de intrigas, con el poder como tema.
“Según la profecía del Apocalipsis, ha llegado el momento de los templarios, que guardan el secreto de la reunificación de la cristiandad: Santiago de Compostela debe sustituir a Roma como sede papal”, escribe Abel Caballero en una obra cuyos grandes protagonistas son los caballeros, en este caso de la orden del Temple.
El libro tiene 440 páginas y el tamaño aproximado de un ladrillo. Pero resulta ameno, bien contado y mejor documentado. Es una buena novela histórica. Aunque podríamos echar de menos un dato: no se nombra en ningún momento a Vigo. Y eso que fue en la Baja Edad Media uno de los grandes núcleos templarios de la península Ibérica. Concretamente, gracias a la Encomienda de San Martiño de Coia, parroquia hoy del populoso barrio obrero pero que en el siglo XIII era un territorio del Temple.
El origen de los Templarios se pone en los nueve caballeros franceses que, después del éxito de la primera Cruzada, presididos por Hugo de Payns hicieron en el año 1118 en manos del Patriarca de Jerusalén los votos de religión para vivir en pobreza, obediencia y santidad. Hicieron la promesa solemne de amparar y defender a los peregrinos en los caminos de Jerusalén, así como tratar de defender como soldados y caballeros la integridad del lugar santo.
Se cree que la llegada de los caballeros templarios a tierras gallegas se produjo a mediados del siglo XII. Unos denominados “seniores cavallaria de Iherusalem” aparecen citados en un documento del Monasterio de Celanova, de 1142.
Los Templarios fueron bien acogidos en Galicia, principalmente porque era tierra de peregrinaciones gracias al camino de Santiago, al igual que lo era Jerusalén en el oriente. De otra parte, influía “el espíritu predominante en el Císter, en cuyos monasterios siempre encontraron las órdenes militares una cordial acogida, como lo dicen los claustros de los caballeros con sus cuadras, para los caballos, en las proximidades de la portería”, explica Hipólito de Sá, en su monografía titulada “Los Templarios en Vigo”, en la que menciona como ejemplo los monasterios de Oseira y de Sobrado dos Monxes.
El fin principal de los Templarios era “la guerra contra los infieles y la defensa de los peregrinos de Tierra Santa, Roma y Compostela”, los tres pilares de las grandes peregrinaciones bajomedievales.
En el Noroeste, tuvieron los Templarios varios dominios menores, llamados bailías, regidos por un comendador. Los de carácter militar eran el Castillo de Ponferrada, en León; y Burgo de Faro, en A Coruña. Sus encomiendas o casas agrícolas estaban en San Fiz do Ermo (Neira, Lugo), Canabal en Ourense, y conventos como los de Crecente y Vigo. Hipólito de Sá señala que en 1310 también figuraba una encomienda en Amoeiro, entre Ribadavia y Ourense. Finalmente, la gran encomienda templaria en Galicia estaba en Coia, que gobernaba las fundaciones y bienes que la orden militar tuvo en Vigo y las tierras do Fragoso.
Sobre la presencia templaria en Galicia circulan todo tipo de leyendas. En la iglesia de Santa María de Cambre se encuentra una pila de piedra con símbolos esculpidos que ha sido identificada la Hidria de Jerusalén. La tradición popular cuenta que es nada menos que una de las hidrias en que Jesucristo obró el milagro de convertir el agua en vino durante las bodas de Caná, tal y como relata la Biblia. La hidria fue expuesta en un primer momento en la iglesia de Santa María do Temple, y más tarde fue trasladada a Cambre tras la disolución de los templarios, que la habían traído a Galicia desde Tierra Santa según la tradición.
En Vigo, los Templarios tenían su casa en la parroquia de San Martiño de Coia. Venancio R. Riobó, autor de la “Guía templaria de Vigo” afirma que el actual territorio vigués estuvo bajo el dominio templario a partir del año 1200. Cree que la falta de documentación sobre este tema está basada en la caída en desgracia de los templarios, en el siglo XIV. Según Riobó, las bases del Temple en Vigo formarían un triángulo entre Coia, Castrelos y Bembrive. “Entre estos puntos, los ejes de comunicación se sitúan los puentes medievales que se conservan, el de Sárdoma y el de Castrelos y hasta cinco torres de protección, como la de Lavandeira, en Castrelos, que vigilaba la entrada a Coia”, explica el investigador.
Así que por la parroquia de San Martiño, donde hoy se yerguen las torres obreras del polígono de Coia, donde se levantó hace cuarenta años el primer hipermercado de Galicia y donde hay un barco en una rotonda, hace 700 años galopaban los caballeros Templarios. Es una historia que está pidiendo otra novela…
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