Esta imagen en blanco y negro da buena cuenta de lo que era la televisión en los años sesenta del pasado siglo XX; era la modernidad de la época. Los televisores eran como el que se muestra y no pasaban de las 21 pulgadas, incluso en los bares y cafeterías. Las primeras señales de televisión llegaron al otro lado de la frontera con la boda de los reyes de Bélgica, Balduino y la española Fabiola, y muchas personas acudieron a Portugal para ver la boda en directo, en blanco y negro y con la entonces típica lluvia de interferencias, sin embargo, constituyó un acontecimiento.
El precio de los aparatos no estaba al alcance de todos los bolsillos y la hostelería de la ciudad de Vigo enseguida vio la posibilidad de negocio instalando una televisión. El Círculo Mercantil adaptó un enorme salón con un aparato de televisión en un extremo, y la histórica cafetería Goya, ubicada al principio de la Rúa Urzaiz, tenía un salón exclusivo para disfrutar de ese nuevo instrumento. Aunque ahora parezca extraño, todas aquellas salas se llenaban de gente en las horas de emisión que, por cierto, no cubrían toda la franja horaria del día, sino que sólo eran unas horas determinadas.
Por supuesto, la televisión también irrumpió en las poblaciones próximas a Vigo. En Ponteareas, concretamente, en el Centro Artístico Sportivo, se habilitó una enorme sala con un televisor colocado en lo alto de una de las paredes. En aquella sala se pudo ver la primera actuación Édith Piaf en la joven televisión española. La cantante francesa iba acompañada de un acordeonista que comenzaba a tocar cuando ella le decía ‘garçon’ al mismo tiempo que hacía un chasquido con los dedos, lo que provocaba la hilaridad de los asistentes. Aquella televisión fue durante mucho tiempo una gran diversión para el pueblo.
Poco a poco las televisiones fueron entrando en las casas particulares, sobre todo con las ventas a plazos. Esto motivó que las familias y las amistades se reunieran para ver una programación que era exigua y con una única cadena, pero una auténtica novedad. Uno de los establecimientos vigueses que vendía más televisores era Radio y Luz, que estaba ubicado en la Rúa Gamboa, además de otros como Valverde, Gran Iberia y Baladrón, además de otros que pronto se sumaron a la venta del electrodoméstico más solicitado.
Las pantallas eran pequeñas y la señal de televisión era tan débil que había numerosas interrupciones que se convertían en dramáticas cuando se emitían partidos de fútbol. Como las imágenes eran en blanco y negro, no tardaron en inventar un ingenioso sistema que, con un poco de imaginación, coloreaba la pantalla. Se trataba de una lámina plástica pintada con diferentes colores degradados desde un extremo al otro. Así, el cabello se venía de un color, la cara de otro, y el cuerpo de otro diferente, pero al cabo de un rato daba la impresión de que la imagen era en color.
Con el paso del tiempo la televisión llegó a todas las casas y en muchas se colocaron todo tipo de adornos y fotos sobre el propio aparato que necesitaba lo que se conocía como el estabilizador, un transformador del tamaño de una caja de zapatos. Entre los programas más vistos estaban algunas series de gran éxito como ‘El Virginiano’, ‘Bonanza’, ‘Alma de Acero’, ‘Yo soy espía’…, y, sobre todo, los partidos de fútbol, aunque en realidad daba igual que fuera una serie o cualquier otra cosa lo que emitieran, lo importante era el milagro de aquella imagen en movimiento que mostraba un cajón que tenía una pantalla con las esquinas redondeadas. Y qué diferentes eran aquellos televisores a los de hoy en día.