El puente de Rande se inauguró en el año 1981, pero está tan presente en la vida del sur de Galicia que parece haber existido desde hace siglos. La ciudadanía de la ciudad de Vigo y sus alrededores, incluyendo prioritariamente la de O Morrazo, personas que ya peinan canas, todavía recuerdan las dificultades de movilidad cuando no existía el puente.
Para desplazarse desde Vigo a Moaña o a Cangas, era preciso ir bordeando toda la ría por Redondela, Arcade y Vilaboa, durante más de una hora y con una carretera que, en aquellos años, era estrecha y con el tráfico denso y peligroso. Era un viaje largo y frustrante al poder ver tan cerca una orilla desde la otra sin ningún puente que salvara la distancia. A pesar de que el puente no se abrió al público hasta 1981, la obra finalizó en 1978 y en aquel momento era el mayor puente atirantado del mundo y el más largo de España.
Existe abundante documentación sobre el puente y sobre su construcción. Sin embargo, cuando aún no existía, hubo visionarios que quedaron en el olvido y es justo recordarlos. Uno de ellos fue el arquitecto Antonio Palacios, que en 1934 mencionaba la necesidad de un puente similar. Más tarde, en los años cuarenta del pasado siglo XX, Gerardo Campos, del Centro de Iniciativas Turísticas, también contemplaba la necesidad del puente y su conveniente construcción en la ubicación actual, en el estrecho de Rande, motivo por el que algunas voces reclamaron su nombre para el puente, pero el reconocimiento quedó totalmente olvidado.