La Praza das Apertas, diseñada por Antón Pulido, el pintor gallego de mayor trascendencia internacional, permitió eliminar un incómodo embudo urbanístico que afectaba, sobre todo, al tráfico rodado. El mencionado embudo conectaba el Camiño dos Pazos, que parte de la Rúa Menéndez Pelayo hasta desembocar en el cruce de Peniche, formado por la confluencia de las calles Tomás Alonso, López Mora, y la Rúa Pi y Margall.
Las casas de la fotografía ya no existen porque en su lugar está una magnífica solución urbanística y artística de la mano de Antón Pulido: A Praza das Apertas, llena de intensos colores y con unos bancos originales formando las letras que componen la palabra “aperta” (abrazo). Una auténtica explosión de colores que genera emociones positivas en una ciudad trepidante. En esas casas había un bar y una tienda y en su día existió un fielato, una palabra que suena obsoleta en nuestros días, pero fue muy importante hace décadas. El fielato era una especie de frontera a la entrada de las ciudades para evitar el desplazamiento de productos incontrolados y que estuvo vigente hasta mediados del siglo XX.
Otro detalle que llama la atención en la fotografía es la placa artística que aparece a la derecha, llena de colores y con el nombre de la calle López Mora. Cuando se realizaron las obras, el Concello de Vigo tuvo el gran acierto de conservarla y ahora luce sobre una columna a la entrada de la calle, frente a la Praza das Apertas.