La ciudad de Vigo conserva muchos de sus antiguos lavaderos. En la actualidad pasan inadvertidos, sobre todo, para quienes no vivieron los tiempos en los que no existían las lavadoras. En cada barrio había una de estas estructuras consistentes, fundamentalmente, en un gran recipiente de piedra o de cemento provisto de un grifo o cañería y donde se acumulaba agua, con unas rampas laterales en las que se enjabonaba y lavaba la ropa, y todo ello protegido por una cubierta. Eran lugares, además, donde se aprovechaba para socializar. Pero los hombres no solían acudir a los lavaderos porque en aquella época era un lugar reservado para las mujeres, que eran las encargadas de las tareas domésticas. El lavadero de la fotografía está ubicado en la bajada a la playa de Arealonga, en el barrio de Chapela.