Embarcaban en el puerto de Vigo con una simple maleta, normalmente de cartón, y luego, al cabo de varios años de trabajo y grandes sacrificios, si tenían posibilidad de volver -porque la suerte no acompañaba a todos por igual- retornaban con un equipaje mucho más voluminoso y con baúles similares al que vemos en la fotografía. Pero el éxito y el dinero no siempre acompañan a la cultura, y de eso da buena cuenta la inscripción que lleva en uno de sus lados -absolutamente real-, en la que la palabra Vigo va escrita con la letra B. A pesar de ello el baúl terminó llegando a su destino: el puerto de Vigo, y ahora se conserva como un elemento curioso relacionado con las travesías marítimas.