Los días de cautividad como medida para luchar contra el Covid-19 van pasando uno tras otro, sin que nadie pueda concretar la fecha final. En estas circunstancias, las anécdotas de todo tipo se repiten en casi todas las casas, igual que las rutinas diarias: ducha, desayuno, ventilación, limpieza… Luego, la reunión prolongada en el salón, que se ha convertido algo así como el búnker principal. Después, comida y una tarde prolongada y casi interminable, hasta la hora de la cena. En todo ese tiempo se conversa, se ven películas, se discute…, y de vez en cuando alguna ojeada por la ventana.
Pero, ¿y los niños? ¿Qué pasa con los niños? Muchas madres y padres se las ingenian para entretenerles el tiempo, para que lo aprovechen con juegos divertidos y, también, para que hagan algunos trabajos escolares. Los niños son los que peor lo pasan porque están acostumbrados a moverse con libertad, y una de las cosas singulares son los cumpleaños. En la fotografía podemos ver, precisamente, el anuncio de un cumpleaños en estos tiempos de confinamiento. El anuncio, visto en la Avenida de Camelias, está realizado a mano sobre folios y luego colocado en las ventanas, pero hacia afuera, para que todo el mundo lo vea. Incluso los hay con globos de colores colgados de las ventanas.
Después, cuando llegan las ocho de la tarde y todo el mundo sale a aplaudir para agradecer el ímprobo trabajo de las personas vinculadas con la sanidad, con las fuerzas del orden, con los servicios esenciales y a todas aquellas personas cuyo trabajo resulta esencial y que va más allá de su obligación laboral, en ese momento, al terminar el homenaje diario, muchas de las personas del entorno de esa casa le cantan “el cumpleaños feliz” y le aplauden, también, a esa niña o a ese niño que celebra su aniversario en cautividad, un cumpleaños que seguramente nunca caerá en el olvido.