Originalmente fue el hospital “Almirante Vierna”, inaugurado en la época franquista y al que más tarde, en la época democrática, se le cambió la denominación. A medida que fueron pasando los años se fueron haciendo ampliaciones y remodelaciones para adaptarlo a las nuevas necesidades, siempre con un elevado coste económico. Hace unos años, alguien tuvo la —-¿feliz?—- idea de abandonar sus instalaciones para centrar sus servicios sanitarios en un nuevo hospital bautizado como “Álvaro Cunqueiro”, con una inversión millonaria en recursos de todo tipo y construido de forma muy apresurada en medio de gran controversia. En el antiguo hospital que ahora se está desmontando hubo numerosos nacimientos y defunciones que están en el recuerdo de muchos ciudadanos de la ciudad de Vigo y sus alrededores, e incluso de otras localidades del resto de Galicia. El dinero invertido en aquellas mejoras que han quedado olvidadas y en el nuevo hospital es dinero público, eso que se llama “pólvora del rey” y que algunos políticos gastan tan alegremente porque es un dinero que no es suyo, sino que todos pagamos con nuestros impuestos y que ahora sirve para desmontar todos esos recuerdos que estaban guardados en la torre del Xeral.