Ahí tenemos, por ejemplo, la pesca con caña, que no requiere una infraestructura demasiado compleja. Y no digamos de la pesca con liña, un hilo de nailon provisto de anzuelo y plomada que se suelta por la borda de alguna pequeña —-a veces no tan pequeña—- embarcación.
Y qué decir de la pesca con caña. Simplemente una caña, un carrete de nailon, algunos anzuelos y plomos y una buena lata de miñoca. Con eso y una buena dosis de paciencia ya es suficiente para disfrutar de la tranquilidad que ofrece la naturaleza, sea el río o el mar. Y si el día resulta con calma chicha, como vemos en esta fotografía tomada en la ría de Vigo, mucho mejor. Aunque los expertos apuntan a otras condiciones mucho más propicias para que los peces se animen a picar, como los días grises y de lluvia menuda.
En la imagen, tomada en un día invernal de cielo claro y temperatura moderada, las pequeñas barcas de remos, casi imperceptibles en el centro, son la demostración de que todavía quedan personas que disfrutan con el arte de la pesca. Un placer.