Circula por el norte cierto dicho de mal gusto sobre el origen del primer vigués, en el que aparecen involucrados una cierta profesional y un cierto señor portugués. Ni vamos a repetirlo aquí ni se ha probado nunca semejante adscripción genética. Pero sí es rigurosamente cierto que entre Vigo y Portugal siempre ha habido una cierta coyunda, por no decir un amor más que apasionado. Siglos de relaciones nos unen para siempre a nuestros hermanos portugueses. Pero hubo un día en que Vigo fue más portuguesa que nunca. Exactamente hablamos del domingo 26 de marzo de 1933, cuando se inauguró la Semana Portuguesa, una apoteosis de actos festivos que incluyeron una exposición colonial, eventos deportivos, suelta de palomas, conferencias, conciertos y la extemporánea presencia de Miss España. Esa jornada dejó además un recuerdo que hoy pervive, porque ese día fue inaugurada la céntrica plaza de Portugal.
A las diez de la mañana de aquel domingo, el gentío se concentró en el Areal para presenciar la suelta de diez mil palomas, que ha llegado el día previo en tren desde Portugal, pertenecientes a las sociedades colombófilas lusas. Más de mil jaulas estaban preparadas y, al sonido de un silbato, las aves oscurecieron el cielo por unos instantes. El Pueblo Gallego comenta que miles de vigueses subieron al monte de O Castro, “en la creencia de que fuese el mejor mirador”, pero bajaron decepcionados porque no vieron nada.
Seguidamente, en el Club Marítimo se celebró una competición de natación, en las mismas aguas de la dársena, mientras la Banda de Música de los Zapadores Minadores de Portugal interpretaba diversos temas. El día previo, el sábado, esta misma banda había desfilado por el centro de la ciudad para ofrecer luego un concierto en la plaza de la Constitución, ante el ayuntamiento. La parte acuática de los festejos culminó con un partido de waterpolo entre las selecciones de España y Portugal, en la que la encargada de lanzar el balón al agua fue nada menos que Miss España, la señorita Docet, desplazada a Vigo para tan magna ocasión.
Poco antes del mediodía, fue inaugurada la gran exposición colonial, en la que se exponían plantas exóticas, artesanía africana y fotos de los dominios portugueses en Angola y Mozambique. Para dar más realce al momento, estaba en Vigo Herculiano Nunes, director de los servicios coloniales de Mozambique, “exóticas tierras del gran imperio colonial portugués”, como apunta el periodista de El Pueblo Galllego. “Fuimos a Ceuta y allí nació nuestra idea de ir a la India”, expuso solemnemente Don Herculiano: “así atravesamos el mar tenebroso, doblamos el cabo de las Tormentas y colonizamos, descubrimos y conquistamos”.
Para darse una idea de la mentalidad hacia África imperante en Europa en 1933 basta leer una noticia en el mismo El Pueblo Gallego sólo unas semanas antes de la inauguración de la exposición. El 22 de julio titula el diario: “Rebelión de negros en Mozambique”. La noticia explica que varios jefes de tribu se levantaron armados con rifles y quemaron casas y plantaciones, en protesta por unos abusos. Las tropas de la Compañía colonial dominaron el tumulto: “después de una breve lucha, los negros huyeron, refugiándose en la colonia inglesa de Nyasaloandia”. En la refriega murieron “cuatro blancos y numerosos negros”, dice el cronista, que confirma que el gobernador anuncia el envío de “tropas blancas” para que dominen la situación y eviten estas “revueltas de negros”. La sola redacción de la noticia ilustra bastante bien la realidad colonialista de la época.
El Diario de Noticias de Lisboa, que dedicó una edición especial al evento de Vigo, anunció que la exposición estaba auspiciada por la Agencia General de las Colonias. Y en la tarde del sábado el Círculo Mercantil acogió una conferencia del catedrático de la Universidad de Lisboa Henrique Galvao, director de la revista mensual “Portugal Colonial”. Por cierto, que el ponente es el mismo Henrique Galvao que, en 1961, secuestró el trasatlántico Santa María para protestar contra la dictadura de Salazar.
Pero, por si el homenaje de Vigo a Portugal fuese poco, y viceversa, también se inauguró una Feria del Libro Portugués en la calle del Príncipe, con la presencia de algunos literatos lusos, que firmaron ejemplares. Además, hubo un desfile de ranchos portugueses que animaron las calles, mientras en el teatro Tamberlick se lucía en un concierto benéfico la Banda Republicana de Lisboa.
Por la tarde del domingo, el escenario de los festejos se trasladó al estadio de Balaídos, donde se celebró una carrera de “Cross country” internacional, en la que Miss España dio la salida y el público abarrotó las gradas para ver como los atletas portugueses daban un auténtico repaso a los corredores locales.
Pero el acto más importante perdura hasta nuestros días, porque aquel domingo de marzo de 1933 quedó inaugurada la céntrica praza de Portugal, que sigue llevando el mismo nombre y en la que, al año siguiente, en 1934, se instaló el busto dedicado al inmortal Luis de Camoes, obra del escultor portugués Souza Caldas, quien estuvo presente en el acto, junto al alcalde de Vigo, el socialista Emilio Martínez Garrido, quien dos años más tarde sería fusilado por los sublevados de Franco en los muros del cementerio de Pereiró. Pero en 1933, ajeno a la que se avecinaba, el bueno de Martínez Garrido -lo cierto es que, como político, tenía fama de bonachón- visitó la plaza de Portugal días antes de su inauguración para supervisar el parque infantil que se instaló allí, probablemente el primero que hubo en la ciudad, además de una “biblioteca portátil, dotada también con armario de juguetes para los niños”, que pueden retirarlos libremente para jugar con ellos.
Nota final de la inauguración de la praza de Portugal fue que Martínez Garrido tuvo en su discurso unas palabras para el teniente Almeida, uno de los héroes de la Reconquista de Vigo en 1809 frente los ocupantes napoleónicos. Y así, con apuntes a la historia, a los Lusíadas, a los ‘héroes do mar’ y con todo tipo de pruebas culturales y deportivas celebró Vigo el 26 de marzo de 1933, el día en que fue más portuguesa que nunca.