Hubo un tiempo en que Vigo pagaba por matar lobos, zorros, gatos monteses o tejones. En los presupuestos municipales encontramos las partidas destinadas a premiar a los cazadores de “animales dañinos” que merodeaban por el ayuntamiento y su comarca.
Podemos ver las partidas para caza de “animales dañinos” en el presupuesto municipal de 1880. Ese año se pagaban diez pesetas por lobo y 15 por loba, cantidades que ascendían a 20 pesetas si la loba estaba preñada. El Concello también pagaba cinco pesetas por lobato cazado, mientras que por un zorro se abonaba la mitad: 2,5 pesetas. En total, el presupuesto anual para estas partidas era de 150 pesetas e incluía recompensas de poco más que una peseta por piezas como garduñas, gatos monteses o tejones.
Montería para cacería
Es probable que la presencia de animales salvajes en el término municipal de Vigo se redujese mientras crecía la ciudad. Y es por ello que el presupuesto municipal para la caza de “animales dañinos” fue bajando. En 1930 apenas alcanzaba las 100 pesetas. Sin embargo, en el diario el Pueblo Gallego encontramos una noticia en 1924 en que se reclama al Ayuntamiento autorizar una montería para la cacería de jabalías “animales dañinos que causan en estos contornos graves daños”.
En 1928, la revista “Vida Gallega” recoge una foto de los escopeteros de la Sociedad de Caza “La Viguesa” que hicieron en Baiona una cacería de jabalíes. Por las piezas cobradas, se pasaba luego factura a los ayuntamientos correspondientes.
Premios públicos
Los premios públicos por abatir depredadores ya venían de antiguo. Hay regulaciones de los siglos XV y XVI, que fueron ampliados por diversos monarcas. En época previa a la Reconquista de Vigo, el rey Carlos IV, que presumía de ser un gran cazador dictó un “Reglamento para el exterminio de lobos, zorros y otros animales dañinos”, con fecha de 27 de Enero de 1784.
Esta norma establecía que en todos los pueblos donde hubiese lobos debían hacerse dos batidas al año y los ayuntamientos debían pagar una recompensa por cada pieza capturada. “Las autoridades municipales deben asegurarse de conservar la piel, cabeza y manos de los lobos y zorros que se maten o capturen, para evitar los fraudes”, establecía la normativa, que también fue de aplicación en Vigo. En aquellos tiempos previos a la peseta, se pagaban cuatro ducados por cada lobo y ocho por cada loba.
Dictadura franquista
Todavía en el año 1915, reinando Alfonso XIII, se publicó una Real Orden detallando las recompensas por destrucción de animales dañinos. Todavía no existía ninguna conciencia sobre conservacionismo de modo que, todavía en plena dictadura franquista, en 1953, se crearon Juntas Provinciales “para la extinción de animales dañinos y protección de la caza”. E incluso bien entrados los años 70 del siglo XX se seguía hablando en la legislación tanto estatal como local de “animales dañinos” y peligrosos.
Pero en Vigo, la cacería llegaba en el siglo XX hasta las propias islas Cíes, hoy Parque Nacional. La Sociedad de Caza y Pesca La Viguesa convirtió en habituales sus excursiones de escopeteros en barco al archipiélago vigués. Llegaban en grupos de dos docenas de personas y, mientras los hombres salían al monte a disparar a los animales, las mujeres se quedaban a jugar a las cartas en la taberna de Chuco, que era el centro de reuniones en la época, donde paraban también los marineros que descansaban de la faena.
Veda en Cíes hasta nuestros días
El conejo era la especie cinegética fundamental de un coto espontáneo para la Sociedad de Caza La Viguesa. En 1980, año en que las Cíes son declaradas Parque Natural, el Gobierno central ya dicta una orden prohibiendo la caza en Cíes. La Xunta de Galicia, que nacería un año más tarde, en 1981, prorroga la veda hasta nuestros días.
Pero la caza en el término de Vigo fue una actividad común hasta fecha bastante reciente. Que incluía premios por abatir lobos y otros “animales dañinos” cuya cuantía salía directamente de los presupuestos y de las arcas municipales.