Cuando llegan estas fechas, en muchos países se celebran fiestas vinculadas con los muertos, aunque la mayoría de las personas desconocen o han olvidado los orígenes de estas conmemoraciones. Están vinculadas con el cristianismo, pero también tienen mucho de paganas. Desde el punto de vista religioso, el día 1 de noviembre es el día de Todos los Santos, que da cabida a todas las personas anónimas que han merecido la santidad.
Y al día siguiente, el día 2 de noviembre, se celebra el día de Todos los Fieles Difuntos, un día de recuerdo para los que ya no están entre los vivos y que en México toma el nombre de Día de los Muertos. Se trata de fiestas fundamentalmente cristianas, pero últimamente van perdiendo esa sentido religioso en favor del pagano.
En Galicia tenemos el Samaín, que va recuperándose frente a la tradición anglosajona del Halloween, que tiene el 31 de octubre como su día señalado. El Halloween tiene una gran difusión, sin embargo, es una fiesta muy reciente en nuestro país. Hace dos o tres décadas sólo se celebraba en ambientes anglosajones, como colegios o instituciones, sobre todo en las ciudades.
En los pueblos de Galicia eran típicas las “cacharelas” y se vaciaban las calabazas, en las que se introducían velas encendidas para dar una sensación más macabra en la oscuridad de la noche. Ahora se van recuperando esas tradiciones propias, pero con lentitud.
Lo que sí ha permanecido inalterable con el paso del tiempo es la visita a los cementerios para limpiar y adornar las tumbas de los muertos, aunque el resto del año permanezcan olvidadas y polvorientas, como si sólo fueran difuntos por un día.