1.El buen vigués tiene un selfie en el Dinoseto. O mejor, tiene varios. El selfie serio, ese que está en familia, con los niños, el que aún puede enseñar en el móvil, de cuando Dinoseto aún no estaba medio pelado, y unos cuantos más. También ese del del otro día, nocturno, en la cena de Navidad de la empresa, ese mejor no enseñarlo, y la foto grupal con sus cuñados, los que vinieron a visitarle y conocer la ciudad. No se puede ser un buen vigués sin selfie con Dinoseto.
2. El buen vigués dijo que odiaba el barco de la rotonda de Coia. Ahora también tiene un selfie en la rotonda, sin cuñados, pero con el barco bien grande al fondo. Y cuando pasa alguna noche por la Avenida, y lo ve iluminado se le escapa ese pensamiento de ‘Ay! pues no está tan mal’ pero solo le dura un segundo o dos. No sea que se entere el señor alcalde.
3.El buen vigués llevó este año a entre 3 y 6 parientes o amigos a ver la playa de Samil, se cagó en Toralla, les contó la vida de Karina Falagan y a pesar de echar pestes de esta playa el resto del año, esos días les enseñó con orgullo el paseo, las piscinas y las Cies al fondo. Y tiene selfie playero con cuñados e islas.
4.El buen vigués este año tampoco ha ido a las Cies, pero las vende como el que más. Que si son espectaculares, que mejor que el Caribe, que menudas aguas, que yo me hice la ruta de faro sin perder el aliento. El año que viene dice que va seguro. Le falta el selfie con las gaviotas de las Cies.
5. El buen vigués se ha tomado ya unos cuantos vinos, unas cuantas cañas y unas cuantas tapas en el Casco Vello este año. Aunque se siga quejando de algunas calles abandonadas, le haya contado a sus cuñados de visita las historias de los burdeles y la de bocadillos de jamón asado que se comió de adolescente, y le parezca que ya hay demasiada gente en el barrio.
6. El buen vigués sigue apenado porque han cerrado esa papelería de toda la vida de Príncipe, el bar donde nunca entraba pero que un día se lo llevó la crisis, aquella mercería y un par de restaurantes donde recuerda vagamente comió alguna vez. Esos negocios que siempre estaban pero hace unos meses cerraron y no, usted no solía comprar en esa tienda, ni tomarse nada en ese bar.
7. El buen vigués odia a los del tiempo de la tele. Solo ve la información del tiempo en una cadena y no todos los días pero sí, está seguro de que nos sitúan mal en el mapa, siempre dan lluvias aunque tengamos solazo y nunca acierten con la predicción. El buen vigués este año ya ha mandado un par de fotos, tuits o mails a las cadenas para contarles lo indignado que está. Una de ellas al menos, desde Samil y otra con las Cies de fondo. No son selfies, pero están bien.
8.El buen vigués ha ido este año al menos a una manifestación multitudinaria de viguismo. Pudo ser la manifestación contra el nuevo Hospital o la procesión del Cristo.
Puede incluso que a ambas, lo que le da puntos extra en esta carrera por ser el mejor vigués posible.
9.El buen vigués ya ha visitado el nuevo Hospital Alvaro Cunqueiro en cualquiera de las modalidades posibles: enfermo, visita de urgencias, ingreso unos días, acompañante de enfermo, cita con el especialista, o visita rápida a su sobrino recién nacido. Un buen vigués, para serlo, tiene que haber pisado el nuevo hospital y haber comentado alguna de sus carencias. No es necesario para ser un buen vigués tener foto en el hospital pero podría aportar puntos extra.
9. El buen vigués está pensando en este momento ‘de que va esta ‘jicha’ contando todo esto?’
Tranquilo, querido buen vigués (o buena viguesa), aquí todos somos jichos, comemos patatillas y parisien cuando nos dejan, y usted se merece la bandera y lo sabe.
Ojalá que el año que comienza nos dejen ser buenos (o malos) vigueses, pero aquí.