La abrupta orografía del territorio gallego y el escaso interés de las élites políticas por implementar una verdadera política efectiva infraestructuralista en la comunidad hizo que las poblaciones litorales tuvieran que buscar una vía de comunicación alternativa y menos costosa que abrir carreteras monte a través. La comunicación con el interior peninsular fue una asignatura pendiente para los políticos durante muchos años; sin embargo, las posibilidades que ofrecía la salida al mar por la ría permitió que se asentara en la población un entramado de industriales y empresarios especializados en la exportación vía portuaria de los productos fabricados en la modesta ciudad. Con el buen hacer de la industria conservera viguesa, muchos fueron los que invirtieron en el puerto, mientras que el Gobierno llegaría sustancialmente tarde con un paquete de subvenciones y ayudas que distaban mucho de las necesidades de la instalación.
La ciudad pronto empezó a llenarse de comerciantes, conserveros y empresarios de todas las índoles que se instalaban en la ciudad tan solo para beneficiarse de las nuevas oportunidades que les brindaba las buenas condiciones del muelle vigués. Así es como llega a la ciudad el alemán Friedrich Wilhelm Cloos. No es que llegar a la ciudad fuera su primera toma de contacto con Galicia; él era vicecónsul de Alemania en tiempos de la república de Weimar en Monforte de Lemos y, desde hacía unos años, empresario. Su negocio, Minerales de Hierro de Galicia S. A., se dedicaba a la extracción de mineral de hierro de la mina de Monforte de San Miguel de Marcelle, mineral que cargaba en un gran cargadero situado justo al lado de donde antes estaba el Castillo de Rande. El material se extraía en Monforte, se transportaba en vagones hasta el muelle desde donde se cargaba en barcos y se exportaba al resto de Europa.
El cargadero se empezó a construir en 1925 y se finalizó el año siguiente. Si bien podían haber utilizado los embarcaderos oficiales con los que contaba el municipio, estos empezaron a construir uno separado del resto de muelles para evitar la congestión marítima del de Vigo y así facilitar la rápida carga de las embarcaciones. Contaba con una estructura de hormigón y de piedra sobre el que pasaban los vagones cargados con el mineral, desde arriba caían por unos embudos hasta llegar a una tolva y una cinta transportadora hacía discurrir el hierro a través de una plataforma que se adentraba varios metros en el mar por cuyo extremo se precipitaba el material al almacén de las embarcaciones. Actualmente lo único que queda es la estructura de hormigón ya que la cinta transportadora fue desmantelada hace años.
El desembarcadero fue inaugurado el 21 de julio de 1926 con la entrada del primer tren minero compuesto de 10 vagones con 20 toneladas de carga cada uno procedente de Lugo. El lunes 27 de septiembre de 1926 dieron comienzo las primeras operaciones de carga de mineral en el muelle de Rande. Fue un vapor, de nombre “Estoril”, el primero en ser cargado con 3.300 toneladas de hierro, a una velocidad de 400 toneladas por hora, con destino a Rotterdam, desde donde después las trasladarían a Alemania.
Sin embargo, en tiempos del tercer imperio alemán, la zona acabó estando frecuentada por un importante número de simpatizantes nazis. El propio dueño de la empresa minera fue acusado en repetidas ocasiones de colaborar suministrando wolframio al frente germano, mineral imprescindible para la construcción de sus temidos tanques, los Panzer, y para la fabricación de la mayor parte del material armamentístico del Eje. Junto a la empresa del vicecónsul lindaba la modesta empresa conservera de Otto Gerdzen, también conocida como la “fábrica del alemán”, de quien se decía que era un estrecho colaborador nazi. Ambas empresas, tanto la del señor Otto como la de Friedrich fueron incluidas en una lista negra de entidades colaboradoras del ejército alemán elaborada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, la primera en 1842 y la otra en 1844.
Cuando acabó la guerra, las empresas filogermanas perdieron a su principal cliente, la Alemania nazi, que, junto al bloqueo internacional que sufrió España en la posguerra mundial, las exportaciones de minerales se redujeron drásticamente y muchas de las empresas se vieron obligadas a cerrar. En octubre de 1948, el Gobierno emitió una orden de expropiación de todas las participaciones en el capital de Minerales Galaicos S. A. – la misma que Minerales de Hierro de Galicia S. A. – de ciudadanos extranjeros por motivos de seguridad nacional. La mina de Monforte dejó de explotarse entre 1847 y 1848, por lo que el cargadero de Rande quedó abandonado a su suerte a la vera de la ría viguesa como un recuerdo de la frenética actividad que se vivió allí a principios del siglo XX.
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