La imagen ha sido tomada en la céntrica Rúa Príncipe, donde algunos transeúntes miran de reojo esa máquina del dinero anclada al suelo y sujeta con varios cables de acero, con aspecto de pesar muchos quintales. Parece ser que esta es la última moda de los cajeros de los bancos, porque no es el único caso. El artilugio que facilita el dinero sólo a quien lo tiene o es digno de crédito, permanece tras un cristal mostrando su resistencia y lo difícil que lo tendrían los amigos de lo ajeno si decidieran intentar llevárselo. Está claro que las máquinas nos invaden, que la ciudad de Vigo no se queda al margen, y que el dinero sigue a buen recaudo.