El Dinoseto de Vigo comenzó siendo casi una broma en su día y terminó convirtiéndose en una figura icónica de la ciudad. Nativos y foráneos se fotografiaban con él y constituía un recuerdo de la ciudad olívica allá donde volvieran. Pero se cambió su ubicación desde la Porta do Sol a la Alameda, y ahí comenzó su decadencia.
Allí está perdiendo lustre, cada vez más deteriorado y olvidado. Sin embargo, el cariño de la ciudadanía viguesa hacia ese ornamento sigue existiendo y prueba de ello es este montaje luminoso de una conocida empresa viguesa. Está claro que el Dinoseto sigue en el recuerdo de la ciudadanía viguesa y mucho más en Navidad, cuando las luces también lucen para esta figura.