La ciudad de Vigo esconde curiosos elementos que resultan divertidos y a la vez enigmáticos. En algunas zonas aparece pintada esta figura que simula un duende bailando con una flauta en la mano, quizá lejos de la verdadera imagen que intentaba representar su autor, pero esa es, por lo menos, la interpretación que tiene más coincidencias en quienes la observan.
El duende en cuestión aparece en distintos puntos de la ciudad de Vigo, ya sea en algunas escaleras del casco antiguo y en las paredes de algunos edificios. Pero lejos de constituir un elemento discordante o antiestético, el duende resulta atractivo e incluso hace pensar en la existencia de unos ojos que también nos observan a nosotros desde esa dimensión desconocida que todavía pervive en esta ciudad de asfalto y cemento que cubre lo que en otros tiempos fueron fincas de labor. El progreso tiene ese precio, pero siempre nos quedará el duende, esperando a que lo descubramos en cualquier esquina.