Es imposible que una circunstancia ajena al ser humano haya podido reunir tanto desperdicio dentro de los muros de esta edificación que, poco a poco, y de modo irremediable, se va descomponiendo a consecuencia del abandono y del maltrato. Atrás quedaron los tiempos en los que la orden religiosa que lo atendía, las Hermanitas de los ancianos desamparados (orden fundada por la Madre Teresa de Jesús Jornet, hoy Santa), cuidaba con esmero de su mantenimiento y limpieza. En el año 2001 la Residencia se traslada a las nuevas instalaciones, más amplias y más modernas, en el Camiño da Sobreira, donde la orden continúa su encomiable labor. Por su parte, el antiguo asilo, que forma parte de una actuación urbanística de gran alcance dentro de la zona urbana conocida como Barrio do Cura, y que permanece colapsada por diferentes motivos e intereses, languidece, se desmorona, se llena de transeúntes sin hogar, de ocupas, e incluso algunas de sus dependencias son auténticos picaderos de droga. A lo largo de estos años, varios incendios han deteriorado su estructura y la mano del hombre ha ayudado a completar los destrozos. Su interior, desde fuera, resulta inquietante y vergonzoso, cuanto más al estar ubicado en una de las zonas más turísticas de la ciudad. Actualmente se está realizando un gran esfuerzo para que Vigo sea una ciudad humana, cómoda y atractiva, y se está consiguiendo, sin embargo, todavía queda pendiente el resolver la situación de este estercolero urbano, foco de infecciones y ambiente propicio para ratas y otras alimañas. Esperemos que Vigo apruebe cuanto antes esta asignatura pendiente.