Se trata de un pequeño coche utilitario con bastantes años de historia y muchos kilómetros en su contador. Lo suficiente para tener los achaques mecánicos que el propietario va sufriendo en su cartera y que aguanta, sin duda, porque el adquirir un coche nuevo seguramente está fuera de sus posibilidades económicas. Eso suponemos.
Pero como los sueños están al alcance de todos, ahí tenemos la figura del caballo sujeta con unos burdos remaches al capó, como si de un auténtico Ferrari se tratara. Ese es, sin duda, el coche que el propietario imagina conducir cada vez que coge el volante entre sus manos y gira la llave de contacto, oyendo el rugir de esos pocos caballos que él imagina una manada como ocurre en el original.