El felino de la fotografía, nuestro felino, por así llamarlo, ha demostrado, siguiera, igual nivel de astucia refugiándose en una precaria caseta a cubierto de la lluvia. De este modo pasa casi inadvertido a la vista de los viandantes porque apenas se le puede ver a través del plástico, más traslúcido que transparente, mientras él, a cubierto, observa cómo la lluvia moja e incluso empapa esa pequeña calle de la ciudad de Vigo llamada Rúa de Santiago, junto a la antigua fábrica de La Panificadora.
Pero esa calle, como otras, va mutando su fisionomía con nuevas construcciones y con nuevas gentes que comparten ese espacio urbano con los antiguos vecinos, buena gente que en estos tiempos que corren aún saludan al pasar. Mientras tanto, los silos de la enorme fábrica de pan, abandonada a su suerte, van agrietándose y a su chimenea cada día le faltan más ladrillos y ya amenaza con el derrumbe. Esta es la historia de ese gato callejero que observa la vida mientras llueve, que demuestra ser tan astuto como el del marqués de Carabás en el cuento de Perrault. Quién sabe lo qué estará pensando al abrigo de esa guarida que algún alma amante de los gatos le ha construido.