Algunos vecinos lo observan de vez en cuando imaginando un traicionero resbalón o un golpe de viento que pueda poner a prueba las legendarias siete vidas del gato. Pero el felino doméstico, acreditado funámbulo que sin duda carece de vértigo —quizá por su inconsciencia—, hace caso omiso de lo que salta a la vista y continúa disfrutando diariamente de su libertad al sol brillante del mediodía de un invierno de calores singulares.