Por ese motivo, hace muchos años, en las puertas de las casas se practicaban unos orificios llamados gateras que permitían su entrada y salida. Hoy ya se venden gateras manufacturadas en las ferreterías y en las tiendas de animales, y sólo es preciso hacer el agujero con la forma y las medidas adecuadas para encajar el artilugio. Porque los tiempos cambian, pero el comportamiento de los gatos sigue siendo el mismo que antaño. Como ejemplo mostramos la fotografía de esta puerta correspondiente a una casa de la calle Areal. En ella se observa una antigua gatera que ha sido tapada. Quizá sea porque en esa casa ya no hay gatos que necesiten entrar y salir. Sin embargo, observando la ubicación de la cerradura, casi a ras del suelo, también podríamos deducir que le hayan dado una llave al gato para que abra la puerta cuando le venga en gana.