Es el día máximo del fervor religioso vigués, a cuya luz espiritual aludíamos ayer. Pero este año el programa festero registra un acontecimiento luminoso de orden material, que adquiere mágico esplendor. Veámoslo sino:
“A las cinco de la tarde se dirigirán las autoridades al mencionado templo (de Santa María), y una vez cantada la reserva, saldrá en solemne procesión la Venerada Imagen del Santísimo Cristo, recorriendo las calles de Méndez Núñez, Plaza de la Constitución, Imperial, Gamboa, Victoria, Ramal, Príncipe, Antequera y Triunfo. Las innumerables luces que el fervor religioso atrae a esta Procesión, hacen que sea considerada como la más notable de Galicia, ofreciendo una perspectiva admirable a su paso por la calle del Príncipe, que se hallará profusamente iluminada, para lo cual contribuye la Sociedad Tertulia Recreativa, dando mayor brillantez a la iluminación, el aparato de Luz eléctrica que dispondrá en los balcones de su casa el Excmo. Sr. D. Antonio López de Neira.”
A renglón seguido de esta bella noticia, tan propia del “siglo de las luces”, reza el programa una sugestiva evocación gremial: “La orquesta y voces que cantarán los himnos durante el tránsito de la procesión será costeada por el Gremio de Boteros, así como también un gran globo que se elevará en un lugar conveniente, elegido al efecto”.
Aquel foco eléctrico de D. Antonio López de Neira existía ya desde 1880, año en que fue estrenado con gran admiración pública. Trátase de aquella famosa “luz Drumond”, que nuestro emprendedor Patricio hizo traer de París. Por cierto que en ocasión de su estreno, cuéntase que el operador o inhábil o nervioso, no acertaba a enfocar debidamente la sagrada imagen, por lo que D. Antonio, nervioso también, en medio del religioso silencio, le ordenó a voz en grito:”¡Apúntalle ben ao Cristo, Manolo!”. El Cristo habrá perdonado a D. Antonio la fogosa expresión, hija de su propio fervor, como a nosotros nos perdonará el recuerdo de la anécdota, que han referido desde entonces varias generaciones de vigueses. Y, si no es cierta, dése por no escrita: “como me lo contaron os lo cuento”.
La luz eléctrica del Sr. López de Neira anduvo varios años asendereada, como número fuerte en los programas festeros. Así, en aquel mismo 1880, fue llevada a Pontevedra, para realzar las jornadas en la Exposición el 5 de agosto con una vistosa procesión cívica que partiendo del Palacio Provincial- hoy edificio de Hacienda- dirigióse a la Alameda. Por la noche lució en la Herrería el tan celebrado foco eléctrico que para las fiestas del Cristo de Vigo había adquirido don Antonio López de Neira. Proyectada en luz desde el balcón central de la Diputación y en las noches sucesivas desde una de las torres de la Peregrina”.(Op. Cit., II, 76).
Vemos como ambas ciudades hermanas se emulaban y prestaban ayuda, para gozar los progresos de la ciencia. Otras veces, como buenas hermanas también, se pelearían a causa de ello, según veremos el 19 de este mes, en que se debatió- ¡nada menos!- la primacía del espacio aéreo.
5 de agosto de 1883. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Editorial Monterrey, 1960).