La propia ciudad presenta una orografía propicia para el ejercicio físico de todas las edades, desde quienes practican el “running”, cada vez más numerosos, hasta las personas que tienen que conformarse con caminar placenteramente. La urbe está volcada haca el mar en un conjunto de cuestas que parecen auténticos toboganes. En la fotografía, correspondiente a la Rúa Ecuador, pueden observarse los vehículos que desaparecen tras las ondulaciones del asfalto en dirección a un Concello que, consciente de estos desniveles, está llevando a acabo una acertada política de acercamiento para todos los ciudadanos, instalando ascensores, escaleras mecánicas y rampas móviles. De cualquier modo, Vigo seguirá teniendo el encanto de un gran tobogán urbano.