Del antiguo gremio de sombrereros nos ha quedado una evocación, todavía no desvanecida, en la rúa que llevó este nombre -que era al comienzo de la que hoy es Calvo Sotelo-. La cofradía, bajo la advocación del Apóstol Santiago, fue una de las más poderosas durante los siglos XVI y XVII, y prueba de ello es que, habiendo querido el Concejo obligar a los sombrereros a que hiciesen su danza, como los otros gremios, en la festividad del Corpus, recurrieron ellos al Arzobispo de Santiago, y en este día se estableció una concordia, ante el escribano Domingo Fernández, estipulándose “que los maestros sombrereros ayan de azer cada año por dho. Día de Corpus y salir con su santo e ynsignias que tuviere la dha. Cofradía en la procesión que se aze el dho. día y para adorno de dha. Procesión, ayan de salir una docena de personas de dho. oficio vestidos en ábito de moros lo más lucidamente que pudieren con sus arcabuces y flascos (?) tirando y regocixando dha. fiesta, llevando su atambor que baya tocando delante y si acaso quisieren azer otra manera de regocixo y fiesta lo puedan azer como sea cosa que parezca bien y sea adorno de dha. procesión y aziendo y cumpliendo los sobredichos con lo arriba dho., dha. Justicia y Regimiento les dan por libres dho. auto por quando se contentan y satisfacen con azer la fiesta arriba dha.”.
En definitiva, que los sombrereros se salieron con la suya, de bailar si les placía; pero, en todo caso, después de hacer el moro, que era, por lo visto, lo que les gustaba. En algo habían de distinguirse, pensarían ellos, de los otros gremios, porque no en vano cubrían y adornaban lo más noble del hombre. Que bailasen los zapateros, pase, pues para eso hacían los zapatos. A un sombrerero, por lo visto, lo que mejor le va es un turbante, un arcabuz y un atambor…
25 de junio de 1628. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Editorial Monterrey, 1960).