En la madrugada del domingo 8 de septiembre de 1929, la sirena de un barco rompió el sueño de los vecinos de Baiona. Algunos se acercaron al puerto y, recortada sobre los bajos de Os Farallóns, contemplaron la silueta del trasatlántico “Higland Pride”, encallado en las rocas y reclamando socorro. Llevaba a bordo 58 pasajeros y 98 tripulantes.
Era la una y diez de la noche cuando el buque impactó de proa contra las rocas de os Farallóns, “vulgarmente Carallóns”, según puntualiza la crónica de El Pueblo Gallego. El impacto contra el arrecife llamado “A pedra negra” quebró el casco del buque, “abriéndosele una gran vía de agua que inundó rápidamente las bodegas y puso el barco en inminente peligro de hundimiento”.
Rescate de los pasajeros del Higland Pride
Afortunadamente, muy cerca estaban pescando los vapores Lolita y Avance, ambos de Cangas, junto a otras dos motoras de Moaña. Las cuatro embarcaciones se acercaron al trasatlántico encallado y, pese a la escasa visibilidad por la niebla, fueron recogiendo a los pasajeros y tripulantes. A las cinco de la madrugada, desembarcaban en Vigo a los náufragos.
El “Highland Pride” era un buque mixto, para carga y pasaje, de 7.409 toneladas brutas, 123 metros de eslora, construido en los astilleros de Glasgow en 1910 y propiedad de la compañía Nelson Lines. Había zarpado de Inglaterra con destino a la Argentina, ruta que hacía regularmente desde hacía casi dos décadas. En su escala en Vigo había embarcado a un pasajero con destino a Las Palmas y 573 metros cúbicos de carga para los puertos americanos. En su mayoría eran conservas de pescado con destino a Buenos Aires.
Hundimiento del Higland Pride
Tras permanecer varias horas encallado, en la tarde del mismo domingo, sobre las siete, “se movió con gran violencia, levantándose de proa y hundiéndose de popa”. La crónica del diario El Pueblo Gallego refleja el estupor que generó el siniestro: “Fue uno de esos accidentes inexplicables que ocurren a veces a los más expertos marinos”, explica el cronista, “meter un buque que se dirige al sur, en una noche clara, en que se divisan perfectamente las luces de Monteferro, de San Martín, de Baiona y de Cabo Silleiro, no puede atribuirse a lo peligroso de la entrada y salida de nuestra ría”.
Al día siguiente, el diario vigués entrevista a Míster Williamson, pasajero de Londres rescatado del barco, que se dirigía a Buenos Aires para seguir viaje hacia Colombia: “La nave sufrió una conmoción violentísima, levantándose de popa con gran violencia”, explicó el náufrago: “todos los que dormían se levantaron de un salto”. Tras equipar a las mujeres y a los niños con salvavidas, los bocinazos de auxilio del “Higland Pride” surtieron efecto “y fueron aproximándose a nosotros los vaporcitos pesqueros que se hallaban en las cercanías entre las Cíes y Baiona, dedicados a sus faenas”.
Capitán experimentado
El entrevistado tampoco podía explicar las razones del accidente, pese a que su comandante era un experimentado “lobo de mar”. Casi dos décadas llevaba el capitán Alford al mando de buques de la misma compañía entre Londres y Buenos Aires, con escalas en Vigo, Las Palmas y Río de Janeiro.
A bordo del barco fueron recuperadas varias sacas de correo, que fueron de nuevo depositadas en la sede central de Correos en Vigo. También se consiguieron rescatar algunas cajas de conservas de las bodegas del buque antes de su definitivo hundimiento.
Nueva viaje hacia América
Una semana más tarde, tras descansar en Vigo, los pasajeros rescatados emprenderían de nuevo viaje hacia América a bordo del buque “Almanzora”.
El trasatlántico “Highland Pride” terminaba así sus días en la ría de Vigo, en un accidente inexplicable en los temibles bajos de Baiona “llamados Os Farallóns y vulgarmente Os Carallóns”.