Pocas personas saben que el mirador del Paseo de Alfonso XII, de Vigo, tuvo el nombre de “Paseo de Ramón Franco”, hermano de Francisco Franco. Pero eso ocurrió en unos tiempos en los que Ramón Franco tenía una ideología de extrema izquierda y anticlerical. Hasta tal punto que en 1930 se sublevó contra la monarquía ayudando a la Segunda República, por eso el paseo recibió ese nombre. Sin embargo, tras el golpe de estado de 1936, Ramón Franco se unió a su hermano en la campaña, hasta que falleció en 1938 en un accidente. Luego, cuando Francisco Franco ganó la guerra civil, se le devolvió el nombre de “Paseo de Alfonso XII”.
Conviene recordar que el rey Alfonso XII, que visitó la ciudad de Vigo en 1877 y en 1881, fue el primer rey después de la caída de la Primera República. Fue conocido por sus seguidores como el “Pacificador”, por su intento de calmar los ánimos políticos de lo que se conoce como Sexenio Revolucionario, consiguiendo la estabilidad de las instituciones.
El Paseo de Alfonso XII, de Vigo, es una calle amplia que va desde Elduayen, con la confluencia de la Ferrería frente a una pequeña plazoleta que tiene una espléndida fuente de piedra colocada sobre una base cuadrada de varios escalones, y de la que parten unas escaleras de piedra que acceden al Castillo de San Sebastián, donde está actualmente el edificio del Concello de la ciudad, además de la cuesta que enlaza con la Rúa de Santiago, continuando el resto de la calle principal hasta la confluencia de Pi y Margall y Falperra.
Jenaro de la Fuente
El mirador del Paseo de Alfonso XII fue proyectado por el arquitecto Jenaro de la Fuente e inaugurado hacia finales de los años veinte del pasado siglo XX, con una balconada en hierro forjado y unas esculturas de querubines sujetando el escudo de la ciudad, que fueron esculpidas en piedra por Camilo Nogueira. Precisamente, en un extremo del paseo destaca el olivo que constituye el símbolo de la ciudad.
En el extremo próximo a Pi y Margall existe un quiosco de características racionalistas diseñado en la primera mitad del pasado siglo XX. Su proyecto corresponde al arquitecto municipal de aquella época: Emilio Bugallo Orozco. Fue inaugurado en el año 1943 e inicialmente estaba en el medio del paseo, con la circulación de los vehículos por ambos lados. Estuvo dedicado a la venta de prensa y también servía de marquesina para la parada de los tranvías.
Con la llegada de los autobuses urbanos y la desaparición de los tranvías, el paseo sufrió una transformación y el quiosco fue trasladado a la actual posición, pero con el enorme —e imperdonable— desacierto de no tener en cuenta la elevación de su plataforma para evitar las inundaciones provocadas por las lluvias, que lo hace inservible para el almacenaje de periódicos y revistas, por eso dejó de ser quiosco de prensa y durante años quedó inutilizado, hasta convertirse durante un tiempo en oficina de turismo y en la actualidad en despacho de la ONCE.
Solo tiene un número par
Otra de las curiosidades del mirador del Paseo de Alfonso XII de Vigo es que sólo tiene un único número par, el número 2, porque el resto de los pares está ocupado por la balconada del mirador. En la mano de los números impares está el “Kiosko Paseo de Alfonso XII”, la copistería “Formatos Dixitais”, la farmacia Bandín, la tienda de regalos “Caprichos Maite”, y el taller de manicura “Bananna Nailz”. La plaza de la fuente que está a la entrada de la Rúa Ferrería está junto a la panadería y confitería “Bellavista” y un taller de tatuajes.
En el Paseo de Alfonso XII también destacan varios establecimientos hosteleros, uno de los más singulares es “El Castro”, ubicado, precisamente, en el número 2 de la calle. A la lista hay que añadir el restaurante “Hiroki”, la cervecería “A Pola”, el bar “El Mirador”, la vinoteca “La Bastarda”, “A tapería de Alberto” y “Nakez Cofee”. Todos ellos ofrecen a su clientela unas vistas singulares de la Ría de Vigo, con las Islas Cíes al fondo y con unas puestas de sol inigualables.