No por casualidad el muro de Samil fue inaugurado con nocturnidad y alevosía. Porque aquel 28 de marzo de 1972, hace ahora medio siglo, el alcalde Antonio Ramilo se presentó en plena noche ante la prensa en el paseo hormigonado con la disculpa de que así podrían retratar mejor la nueva iluminación de la playa más emblemática de Vigo. En realidad, la oscura ceremonia intentaba también minimizar la controversia que había levantado la obra, desde que fue ideada por el alcalde anterior, Rafael Portanet, dos años antes: en 1970.
Porque el mal llamado ‘paseo de Samil’, obra consistente en realidad en arrojar cemento sobre las dunas, había generado una importante oposición ciudadana, incluido un manifiesto crítico firmado por intelectuales como Valentín Paz Andrade, Eduardo Blanco Amor o Xosé María Álvarez Blázquez. Pero, en plena dictadura franquista, las obras continuaron, siguiendo los planos del arquitecto madrileño Emilio Garrido, que incluyó en su proyecto dos aparcamientos, vestuarios, restaurantes y zonas ajardinadas. “Pretendemos acabar con la anarquía que reina en la zona de Samil, repleta de chabolas inmundas”, proclamó el alcalde Portanet en un pleno municipal en 1970.
Su sucesor, Antonio Ramilo, hizo una mínima concesión a las protestas populares y retranqueó el muro en un metro hacia el interior, pero los trabajos avanzaron sin pausa a lo largo de dos años, superando su presupuesto inicial de diez millones de pesetas.
La urbanización de Samil había comenzado ya algunos años antes. Por ejemplo, en 1967 se inauguraba el relleno de la desembocadura del Lagares, donde se construyó un campo de fútbol y pistas polideportivas, unas instalaciones que siguen existiendo en la actualidad. De paso, se autorizaban diversas promociones inmobiliarias, que reportaron pingües beneficios a sus adjudicatarios a costa complejos de apartamentos sobre la línea de costa. Al año siguiente, en 1968, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, acompañado del alcalde Portanet, inauguraban el hotel Samil, de cuatro estrellas. Así que el muro y el paseo suponían la guinda del formidable plan desarrollista de asfaltar la playa.
En el diario El Pueblo Gallego encontramos varias crónicas de la inauguración, el día de la Reconquista de 1972. En general, el tema es tratado de forma marginal, sin que las fotos nocturnas ayuden a dar realce a la ceremonia. En semanas anteriores, en el mismo periódico han aparecido viñetas cómicas en las que se hace mofa del paseo de Samil. “Estaba bañándome y choqué contra un muro”, dice un bañista en el dibujo.
En aquellos tiempos, era un clásico de la Reconquista que el alcalde concentrase varias inauguraciones en el día 28 de marzo. Y el enfoque gris de la inauguración de Samil aquel año contrasta con la alegría con que se narra la apertura de la nueva cafetería Martín Códax, en el monte de O Castro, o la nueva “verja metálica monumental” instalada para dar cierre al pazo de Castrelos.
Con el paseo desaparecieron también algunos negocios tradicionales de la playa, como los chiringuitos establecidos en las mismas dunas. Además, mientras curiosamente Samil se convertía en la playa preferida para los visitantes, con sus autocares desde Ourense y Portugal en cada jornada de agosto, los vigueses cambiaron de gustos y fueron desplazándose a O Vao.
Además, a finales de los años 80, bajo la alcaldía de Manoel Soto y con Agustín Arca como concejal de obras, se inició una reforma de Samil, donde se añadieron aparcamientos, pistas deportivas y piscinas al complejo creado en 1972.
En 2014, comenzaron a desmantelarse las infraestructuras de Samil con el derribo del restaurante As Dornas. Le siguió en 2020 el derribo del bar El Camaleón, mientras que otro local, el Jonathan Seagull, fue demolido pero para dar cabida a un nuevo complejo: el Marina Cíes Beach Club.
Actualmente, existe un plan para retranquear el muro de Samil y remodelar la zona. De hecho, el Concello de Vigo acaba de pedir en enero 4 millones de euros a la Unión Europea para un plan de recuperación del arenal más emblemático. El mismo que fue hormigonado a mayor gloria de un alcalde franquista e inaugurado con nocturnidad y alevosía hace ahora medio siglo.
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