La fotografía, tomada desde el balcón de la Estación Marítima, refleja una de las etapas de su construcción. Pero la fotografía también da buena cuenta de una época en la que el mar bañaba los pilares de lo que entonces era el edificio social del club. Aquellos eran unos tiempos históricos en los que los nadadores tenían que entrenar, bajo las directrices de su entrenador, el señor Ozores, entre corchadas tendidas entre dos bateas junto al espigón, algo que se observa en la parte inferior izquierda de la imagen. Así mismo, las embarcaciones de recreo eran muy escasas y la visita de algunos yates constituía un acontecimiento, sobre todo los de gran tamaño. Uno de los mayores era el Azor, el yate privado de Francisco Franco, que fondeaba en el medio de la ría, seguramente por razones de seguridad. Pero algún otro atracaba en el malecón del Náutico —aún existente—, como era el caso del “Iduna», un gran barco de bandera portuguesa que visitaba la ciudad todos los veranos y al que acompañaba, por tierra firme, una parte del servicio que hacía el viaje en Rolls Royce; muchos vigueses todavía lo recordarán. Y en la fotografía se observa, al fondo, una ciudad que empezaba a crecer con el frenesí de los años sesenta llevándose todo por delante.