Este pájaro, en concreto, acude todos los días a la misma hora a una céntrica cafetería de la ciudad de Vigo, donde le echan una cuantas migas para que coma. El pájaro deambula entre las mesas y entre los clientes, que ya están acostumbrados. Todo el mundo respeta su presencia. Luego, se marcha por donde vino. El dueño de la cafetería —-cuyo nombre y ubicación omitimos para evitar aglomeraciones de curiosos o la acción de algún desalmado—- está atento a que ninguna paloma se atreva a entrar para robarle las migajas, en cuyo caso las espanta con rapidez, pero sin violencia. El pájaro está cojo de la pata derecha, por motivos que desconocemos, pero se mueve perfectamente dando pequeños saltos y con la confianza que le ofrece un ambiente humano que sabe respetar la naturaleza. Un buen ejemplo.