El sábado 20 de septiembre de 1975 una tragedia castigó la noche viguesa. Un pavoroso incendio destruía la discoteca Oliver, en la calle Venezuela, dejando un fallecido que no fue localizado hasta 36 horas después del siniestro. Aquel año convulso no era la primera sala de fiestas en arder. El 7 de enero las llamas habían devastado la mítica sala ‘Elektra’. Tenía capacidad para dos mil personas y estaba situada en la que hoy es la calle Urzaiz, entonces llamada José Antonio.
“La discoteca Oliver en ruinas”, titulaba en primera página El Pueblo Gallego: “Un pavoroso incendio asoló por completo ayer noche la sala de fiestas Oliver”. Las llamas comenzaron a las 22.50 horas, cuando el establecimiento estaba cerrado entre las sesiones de tarde y la de noche. “No hubo víctimas”, aseguraba el periódico del día siguiente, que sólo reseñaba que tres personas habían sufrido “un fuerte shock nervioso”, además de un joven de unos 18 años que había sufrido quemaduras leves en la cara.
Pero la tragedia iba a descubrirse al día siguiente. “Un muerto entre los escombros de Oliver”, titulaba 24 horas más tarde el mismo diario, tras aparecer el cuerpo de José Manuel López Taboada, de 23 años, que había sucumbido al parecer al derrumbarse parte de la techumbre de la discoteca.
Ordenanza de Faro de Vigo
El joven, que trabajaba como ordenanza en las oficinas del diario “Faro de Vigo”, era de complexión atlética y, según los diarios, todos sus conocidos “quedaron sorprendidos de que no pudiese abandonar la sala, ya que era jugador de balonmano en el Corteman’s, lo que da idea de sus perfectas condiciones físicas”. Se cree que José Manuel intentó desde la cafetería de la primera planta bajar a la discoteca para poder auxiliar a quien pudiese haber quedado atrapado. Pereció al ser alcanzado por parte del techo del local.
Fueron la madre y la hermana del fallecido quienes dieron la voz de alarma al día siguiente del incendio cuando José Manuel no apareció en casa. El cuerpo fue encontrado 36 horas después del siniestro.
Corte del suministro del agua
Sobre las causas del fuego, todo apuntó a un cortocircuito en el guardarropa. Dos empleados de la discoteca intentaron sofocarlo en un primer momento, vaciando los extintores, pero resultó imposible. Las llamas se propagaron rápidamente. Cuatro camiones de los bomberos de Vigo, con sus cisternas, aparecieron en la calle Venezuela para controlar el incendio.
La prensa denunció al día siguiente que hubo un corte del suministro de agua, que en aquella época llegaba desde los depósitos de O Castro. La Alcaldía emitió días después una nota reconociendo el cese del abastecimiento, pero afirmando que el suministro de las motobombas fue suficiente.
Desalojo del edificio del Oliver
Mientras tanto, desde la cercana calle Ecuador, la Cruz Roja desplazó varios retenes de reclutas que hacían la mili en esta institución. Ellos fueron los encargados de desalojar el edificio, del que todos los vecinos fueron evacuados. También se ordenó retirar todos los coches aparcados en la zona e incluso la Policía Municipal ordenó desalojar las aceras, donde se agolpaba una multitud de curiosos, alertando de que podía producirse una explosión. Finalmente, a las doce de la noche, el fuego quedó extinguido.
Ese mismo año de 1975, el martes 7 de enero, el fuego también había devastado otra gran discoteca: la sala Elektra, situada en la actual calle Urzaiz, que tenía un aforo de dos mil personas. Allí, desde el año 1970, habían actuado grandes artistas de la época, como Camilo Sesto o Los Chichos, que dieron en ese escenario su primer concierto.
Discoteca Elektra
Pero el martes 7 de enero las llamas arrasaban aquel local. “La discoteca ‘Elektra’ totalmente destruida por un incendio”, titulaba El Pueblo Gallego en primera plana. Hubo cuatro bomberos heridos y seis más estuvieron a punto de quedar atrapados por las llamas. El fuego había comenzado a las 13.50 horas, con la sala vacía, lo que evitó una tragedia. Fueron evacuados los vecinos de todos los edificios colindantes. Algunas viviendas sufrieron daños, hasta el punto de que varios inquilinos fueron trasladados a residir a hoteles durante unos días.
Tampoco fue fácil sofocar aquel incendio de la sala Elektra, en el que algunos bomberos de Vigo temieron por sus vidas. “Por un momento pensamos que no podríamos salir del local. Pasamos auténtico pánico”, explicó a los medios Luciano Barros, uno de los protagonistas del dispositivo, que compareció junto a Enrique Fontán, Florencio López, Manuel Otero y Dionisio Prieto: “Cuando habíamos caminado escasos metros en el interior de la sala nos envolvieron las llamas y quedamos atrapados sin posibilidad de salir”, explicaron, “A nuestras espaldas caían trozos de escayola del techo en llamas y una fuerte explosión que calculamos originada por los gases acumulados en el local”.
Graves problemas económicos
Finalmente, lograron salir “ayudándonos unos a otros gateando pro el suelo a trompicones para buscar la salida y aire puro, pero nos cayeron también las caretas y el humo con fuertes dosis de productos tóxicos que nos impedían respirar. Quedamos ligeramente conmocionados pero al final pudimos alcanzar la calle arrastrándonos”. Es un texto que, casi medio siglo más tarde, sigue demostrando que ser bombero nunca va a ser un oficio suficientemente remunerado.
Los daños se estimaron en más de diez millones de pesetas. La prensa destacaba que la sala, que había atravesado graves problemas económicos, estaba asegurada contra incendios. Su propietario aseguró que se rehabilitaría de inmediato y estaría abierta dos meses más tarde, para el carnaval. Pero de la sala ‘Elektra’ nunca más se supo…
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