La vida cotidiana tiene un ritmo trepidante que apenas deja tiempo para la contemplación. La ciudad de Vigo, industrial, comercial y muy dinámica, resulta estresante para propios y foráneos y no hay ni tiempo para levantar la mirada del suelo o del frente y dirigirla hacia lo alto. Sin embargo, ahí, en lo alto, precisamente, existen numerosos detalles de gran belleza arquitectónica y muchos detalles, también, que pasan inadvertidos. Ya lo hemos comentado en alguna ocasión.
Como ejemplo comentaremos algo interesante y que casi nadie percibe: en Vigo existen varios relojes ubicados en lo alto de edificios significativos, algunos de titularidad pública y otros de propiedad privada. En la Rúa Urzaiz existen tres grandes relojes, dos de ellos en lo alto de entidades bancarias, y otro en lo alto de un edificio de viviendas. En la Rúa Príncipe destaca el reloj del Museo MARCO. En el cruce de la Rúa Colón con la Rúa García Barbón está el reloj de Abanca (lo que aún se recuerda como Caja de Ahorros Municipal de Vigo).
La lista es extensa y tampoco se puede olvidar el reloj de sol de la Estación Marítima, de gran belleza, y el reloj que marca el cambio de año y que está situado en lo alto de la torre del Instituto Santa Irene, en la Praza de América. Pero aún existen más. Uno de ellos, poco conocido, es el que está en lo alto del edificio de Correos (Casa de Correos y Telégrafos), en la Rúa Reconquista haciendo esquina con la Alameda (Praza de Compostela), obra del arquitecto Manuel Gómez Román e inaugurada en 1929.
Está claro que Vigo, la ciudad más grande de Galicia y una de las más industriales —probablemente ya no sea la primera—, tiene un ritmo que viene marcado por numerosos relojes. Lo que habría que intentar es que todos esos relojes estuvieran coordinados para marcar las mismas horas, cosa que no siempre ocurre.