En la avenida de las Camelias de la ciudad de Vigo se habían plantado dos ejemplares singulares de camelias, pero hace unos días desapareció uno de ellos, quedando el hueco correspondiente y una placa que ahora ya no tiene sentido, salvo para dar cuenta de la falta de civismo. Lo curioso de todo esto es que muchas personas se consideran con el derecho para arrancar una camelia de un árbol o una planta de una jardinera, y luego, si alguien le llama la atención, incluso se repone con cierta violencia y sin caer en la cuenta de que si todo el mundo hiciera lo mismo no quedaría una sola flor o, en este caso, un solo arbusto. Es obvio que falta vigilancia y mano dura.