El Sireno, la singular escultura de Francisco Leiro instalada en el medio de la Porta do Sol, está a oscuras, tal como puede comprobarse en esta fotografía. Lo mismo que le ocurre a otras obras escultóricas de la ciudad de Vigo. Por ejemplo, la estatua de los caballos de la Praza de España, el monumento de Juan Oliveira inaugurado en el año 1992, que sustituyó a una preciosa fuente y que sólo está iluminada en su mitad inferior.
Es probable que la falta de iluminación del Sireno sea algo transitorio mientras no se le dan los últimos retoques a la nueva plaza. De cualquier modo, conviene insistir en la necesidad de iluminar esas obras que enriquecen la ciudad, que forman parte de su patrimonio, de historia pasada y reciente, y que le dan un necesario toque cultural.