El talento de Mr Cowan nos recuerda al de Mr Ripley, el inquietante personaje que en la escalofriante novela de Patricia Highsmith suplantaba la identidad de otra persona. Porque, en efecto, sabemos que un hombre llamado W.H. Cowan entrenó al Celta entre los años 1927 y 1928, pero todo apunta a que actuaba con un nombre falso y que también había manipulado su propio currículum futbolístico. Reservado, flemático, fumando siempre su característica pipa escocesa, Cowan ocultaba un misterioso pasado. Esa temporada fue brillante, modernizó el fútbol celeste e hizo al Celta campeón de Galicia, para desaparecer luego sin mayores explicaciones. Su rastro podría retomarse, años más tarde, en América, donde ganó varios importantes títulos y llegó a ser una leyenda en el Nacional de Montevideo, ya con su verdadero nombre. Pero en Vigo el talento de Mr Cowan siempre estuvo envuelto en el enigma.
La temporada anterior, el Celta había vivido una profunda crisis institucional y de resultados, que llevó a la asamblea de socios a renovar la junta directiva, que buscó un nuevo entrenador que sustituyese al gallego Andrés Balsa. El mayor interés era incorporar nuevas tácticas del fútbol moderno, como las que había traído el primer entrenador en 1923, el británico Frank Cuggy. El elegido fue un escocés que decía llamarse William H. Cowan y que presentaba una trayectoria deslumbrante, como jugador en el Celtic de Glasgow y en el Motherwell, además de entrenador con éxitos en Escocia y Noruega.
El 31 de julio de 1927, desembarcaba en Vigo a bordo del crucero ‘Andes’, con un aire flemático y elegante, fumando siempre su pipa. El periodista Manuel de Castro ‘Handicap’ se rindió al nuevo entrenador desde el principio. Así lo describía en la crónica de su presentación, del 3 de agosto: “De Míster Cowan poco hay que decir, su hoja de servicios es brillante. Ex equipier de indiscutibles méritos, entrenador de elevens que alcanzaron excepcional esplendor mientras estuvieron bajo su dirección. Es menester que Mister Cowan sea mirado por jugadores y afición como un maestro”. La realidad era mucho más discutible, porque el fabuloso pasado de Cowan no se confirma en ninguna parte, ni como jugador ni como entrenador. Su curriculum real encaja más como obrero de una fábrica de acero y, más tarde, como contable. Todo apunta a que era un impostor pero, no obstante, hizo en Vigo una buena campaña…
El Pueblo Gallego del 29 de julio de 1927 se deshace también en elogios: “Este entrenador, que cuenta 35 años de edad, posee un brillante historial deportivo”, afirma el cronista, que sostiene que la directiva del Celta ha recibido “muy buenas referencias de Míster Cowan dadas por los importantes clubs del Celtic de Glasgow y el Motherwell”.
El Celta afrontó tres competiciones en la temporada 1927-28. En el Campeonato de España quedó campeón de su grupo, formado por equipos de Asturias, Castilla y León, y Galicia. Sólo perdió un partido, en Santander contra el Racing. En el cruce hacia el título final, sería eliminado en cuartos por la Real Sociedad. Además, el club también ganaba el campeonato gallego con gran autoridad y desarrollando un fútbol moderno, que no pocos atribuyeron a la sabiduría de Míster Cowan.
Tan buena fue la temporada, que el Celta la terminó con una gira por América, aunque se le dieron a Cowan unos días de permiso “para acompañar a su familia en Inglaterra”, según afirma El Pueblo Gallego del 24 de mayo de 1928.
A su regreso, el técnico zarpa con sus jugadores a bordo del trasatlántico alemán Werra. Los celestes jugaron varios partidos en Argentina y Uruguay, que dejaron un buen recuerdo en la prensa, que elogió la táctica del equipo. Este hecho fortuito se revelaría decisivo en la carrera del supuesto Míster Cowan en la segunda fase de su carrera.
Porque la verdadera historia del entrenador ha sido revelada por el historiador británico del fútbol Andy Mitchell, en una investigación que nos revela la auténtica biografía de aquel flemático técnico escocés, cuyo verdadero nombre era William Raeside y había nacido en la ciudad de Paisley en 1892. Allí trabajó como cortador de acero, circunstancia que lo libró de incorporarse a filas en la Primera Guerra Mundial. Casado con Jane Gerrard en 1911, tuvo dos hijas. Sin embargo, sobre su trayectoria futbolística no hay ninguna prueba. Su nombre no aparece en ninguno de los equipos donde dijo haber jugado cuando llegó a Vigo. Ni estuvo once años en el Hibernians, ni en el South Shields ni el Darlington. También se supone que fue luego adiestrador en la Universidad de Glasgow, en el fútbol noruego e incluso en dos clubes de renombre: el Celtic y el Motherwell. “El problema es que no he podido verificar ninguna de estas afirmaciones, ni ningún pedigrí suyo de fútbol como jugador ni como entrenador”, concluye Andy Mitchel tras su investigación, que lo encuentra siempre como obrero de la industria metalúrgica.
El periodista ha encontrado, en cambio, la probable razón de su cambio de nombre y de la falsa identidad con que aparece en Vigo en 1927. Porque William Raeside tenía una razón para desaparecer: se había separado ilegalmente de su esposa, por abandono del hogar y, en 1920, vivía en Edimburgo con su amante, Jessie Cowan, con la que tuvo otros cinco hijos. Nuestro hombre, abandonó a sus dos primeras hijas con Jane Gerrard, quien consiguió el divorcio en 1928 alegando “dirección desconocida” de quien había sido su marido.
Cuando viaja a Vigo sigue ocultando su identidad y toma el apellido de su amante, Cowan, junto a unas inicales alternativas. William Raeside pasa a ser ante el Celta WH Cowan, ese gran técnico con una carrera deslumbrante que iba a revolucionar al equipo. Todo ello explicaría también la rápida desaparición del impostor, que dejó al Celta apresuradamente al término de la temporada, pese a que en el club estaban encantados con su trabajo. El mismo año 1928 tuvo un hijo en Escocia con Jesse Cowan que registró con el apellido de su mujer, Cowan, mientras que él mismo firmó en el registro no como Raeside sino como William R. Cowan. Una investigación policial años más tarde, en 1946, reveló que los apellidos eran erróneos.
Porque, cuando amainaron las turbulentas aguas de su primer matrimonio, y de su delito de abandono del hogar, nuestro hombre retomó su verdadero nombre y comenzó a trabajar como William Raeside como contable en Glasgow y se casó con Jessie. El periodista Andy Mitchel sospecha que siguió mintiendo con el fútbol, porque aparece como entrenador y como futbolista en los registros de bautismo de sus hijos. Aunque trabajaba como contable, tras su experiencia en el Celta, “su ocupación figuraba como entrenador de fútbol o entrenador de atletismo. Es un buen ejemplo de cómo los registros familiares pueden ayudar a construir una historia de vida con sus fragmentos de información”.
Curiosamente, el fútbol volvió a llamar a la puerta del impostor. Porque, en el verano de 1937, el presidente del Nacional de Montevideo buscaba un entrenador británico que diera nuevo aire a su equipo y se acordó de aquel Míster Cowan que había hecho una gira por América con el Celta diez años antes. Tras contactar con un diplomático inglés en Montevideo, Millington Drake, este encontró a Reaside, quien no dudó en embarcarse hacia la aventura americana.
Durante un año entrenó a Nacional, asistido por el gallego Héctor Castro, que había ganado la Copa del Mundo con Uruguay en 1930. Más tarde, con Castro en solitario al frente del equipo uruguayo, ganarían cinco campoenatos seguidos.
En 1938, al año siguiente de su llegada, William Raeside da de nuevo la espantada y regresa al Reino Unido, esta vez con la excusa –por supuesto falsa- de que ha sido nombrado ojeador del Arsenal de Londres. En Uruguay hubo manifestaciones de aficionados pidiéndole que se quedara al frente del equipo.
Parece ser que William Raeside pasó algunos años de nuevo en Escocia hasta que, en la temporada 1945-46, alguien se acordó de él en la Liga Mayor mexicana, donde fue fichado por el club Asturias, de Ciudad de México, al que dirigió con escaso éxito para pasar, en 1947, a entrenar al Newell’s Old Boys, en la liga argentina, donde también fracasó, dejando al equipo en el undécimo puesto de la clasificación.
El escocés aún tendría una nueva aventura americana dirigiendo al Guadalajara en la 1950-51, siempre según las investigaciones de Andy Mitchel, quien también descubrió que, en su última estancia en Argentina, falsificó su pasaporte para que se anotase 1896 como su fecha de nacimiento, lo que lo rejuvenecía cuatro años, algo que podría hacer su fichaje más atractivo.
Finalmente, en 1952, ya con sesenta años, William Raeside consiguió su primer trabajo como entrenador en el Reino Unido del que haya realmente constancia. Lo contrató el Cheltenham Town de la modesta Liga del Sur durante la temporada 1952-53, tras la que regresó por última vez a México para dirigir al Atlante de la capital azteca en el otoño de 1953.
Aún con 62 años intentó ser contratado por el muy notable Dundee United de Escocia, pero la directiva escogió a otro técnico más contrastado y finalmente William Raeside se retiró a vivir al oeste de Glasgow, donde falleció en 1964, con 72 años.
“Hay muchos vacíos frustrantes en la historia de la vida de William Raeside. En particular, ¿cómo consiguió ese primer trabajo con el Celta de Vigo en 1927? ¿Realmente tenía alguna experiencia como entrenador?”, se pregunta el periodista Andy Mitchel. Pero las brumas envuelven la carrera de Míster Cowan, aquel flemático entrenador escocés que desembarcó en el puerto vigués con nombre falso y un currículum imaginario. Su aventura sigue siendo un misterio tan opaco como fascinante.