Estas instalaciones portuarias fueron testigos, durante décadas, de la dolorosa emigración gallega a países al otro lado del océano. Luego llegaron los tiempos del regreso, pero algunos decidieron utilizar otros medios más modernos, como el avión, y muchos otros, de los que nadie habla, no pudieron cumplir sus sueños de retirarse en su tierra natal, o siquiera de visitarla, porque la fortuna no sonrió a todos por igual. En aquellos días existía una instalación ferroviaria a las puertas de la Estación Marítima que pretendía conectar el barco con el ferrocarril, pero nunca se consolidó como tal. De cualquier modo, los trenes de mercancías atravesaban el puerto, lo que hoy son las inmediaciones del Club Náutico, y llegaba hasta el interior del muelle de trasatlánticos, como puede verse en esta fotografía realizada con la técnica convencional de negativo en blanco y negro, y un poco deteriorada por el paso de los años al estar archivada sin demasiadas precauciones ni cuidados. Eran otros tiempos en los que todo estaba más cercano al ciudadano de a pie, una época en la que la ciudadanía viguesa todavía podía aproximarse al mar para percibir de cerca su presencia y disfrutarlo, sin absurdas prohibiciones y titularidades, porque el mar es de todos.