Mientras una gran parte de España padece las consecuencias del frío, de tormentas y de lluvias torrenciales, Galicia, y en particular la ciudad de Vigo, está disfruta de un invierno casi primaveral. Así las cosas, numerosas personas se acercan a las playas para disfrutar del placentero paseo junto al mar. En la fotografía puede verse la playa de Samil en el atardecer de un día de marzo en el que luce el sol en un cielo totalmente despejado, pero con unas temperaturas bajas como consecuencia del viento del norte, un viento que se observa perfectamente en la cresta de esas olas que avanzan para batirse contra la orilla. Es una estampa que provoca la sana envidia de quienes acostumbran a considerar a Galicia como la región de las lluvias.