La figura forma parte de una columna de los soportales de la plaza de la Constitución, en la ciudad de Vigo, y la fotografía está tomada hace unas horas, en un día gris y lluvioso, con un tiempo desapacible que no invita a salir de las casas y que no parece remitir. Pero él, el vigilante de piedra, continúa inmóvil observando, siquiera, la lluvia incesante y el paso de alguna que otra persona apurada y protegida por el paraguas.