Le basta con estar completamente cubierta con pegatinas de todo tipo. Muchas de ellas son simples anuncios y otras recuerdos de algún viaje feliz o de algún ambicioso proyecto de futuro. De cualquier modo, lo que nadie duda es que el vehículo ya tiene muchos kilómetros en su haber, una buena publicidad para su marca y un orgullo para sus propietarios, que la han disfrutado y que han decidido dejar constancia de sus periplos con esos incontables adhesivos, sin duda, en unas edades en las que la vida y los achaques aún no les han obligado a echar raíces en ningún lugar concreto.