La fotografía está tomada en una calle de la ciudad de Vigo en una noche templada de primavera. Se puede observar al perro que camina lento y cabizbajo adelantado a su dueño, que lo sigue relajadamente con las manos en los bolsillos, pensando, quizá, en el día de trabajo que le espera, o, quizá, también, en algún amor no correspondido, porque las noches de primavera siempre son románticas.