Todos los días parte en ellos una pequeña tripulación de marineros para buscarse la vida con una de las profesiones más sacrificadas y menos valoradas: la pesca. Los barcos forman una vistosa pareja que se verá distanciada en medio del mar, donde sus tamaños pasarán casi inadvertidos y estarán al capricho de las olas y de las demás sorpresas que esconde el océano. Poco tiempo les queda amarrados al norai del muelle, pues la pesca no entiende demasiado de festivos ni de comodidades, aunque luego el precio ni siquiera vaya en justa consonancia con todo ello ni con el peligro de una profesión de verdadero riesgo.