Xosé Telmo Lodeiro (Vigo 1930 – 1996) fue uno de los protagonistas de la vida viguesa de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa del pasado siglo XX, uno de los más singulares pintores que desarrolló su inspiración en la ciudad donde nació, donde vivió y donde falleció.
Tuvo una intensa vida artística participando en numerosas exposiciones e incluso formó parte del movimiento Atlántica de los años ochenta. Sus obras están compuestas de imágenes geométricas llenas de color, simetrías y degradados, tanto de paisajes como de figuras humanas y con numerosas alusiones al entorno de la ciudad de Vigo.
Muchas personas lo recuerdan caminando por las calles de Vigo, con una estatura media, delgado, con el cabello oscuro y ligeramente largo, con la frente despejada, una vestimenta informal que con el frío completaba con un jersey de cuello redondo, además de un eterno cigarrillo en la mano. También era frecuente verlo en la tasca de Eligio, acompañado de amigos en animada conversación en torno a uno de los barriles en los que se apoyaban las cuncas de vino.
Lodeiro tenía imagen de buena persona y así lo confirman quienes lo conocieron en profundidad, añadiendo que era un hombre generoso y gran amigo de sus amigos, hasta el punto de llegar a arriesgarse ocultando en su estudio a un conocido político local en los tiempos del franquismo. Precisamente, en 1998, el Concello de Vigo le dedicó esta distinción junto al portal donde estuvo ubicado su estudio, concretamente, en el número 23 de la Rúa Marqués de Valladares. Sobre la placa puede observarse la reproducción de una de sus obras, ya descolorida por el paso del tiempo, aunque el recuerdo de Lodeiro sigue y seguirá permaneciendo imborrable.