La fotografía que figura al final del artículo da buena muestra de lo que ahora comentamos. Está tomada en las inmediaciones del Concello de Vigo, en plena rotonda del Bicentenario —lugar de gran densidad de tráfico—. Así las cosas, cualquiera puede pensar que la ciudad de Vigo es una anarquía del tráfico rodado, porque esto no es una situación aislada. La otra fotografía muestra un coche aparcado frente a una conocida perfumería en la Gran Vía de Vigo, en un cruce muy complicado que contempla, entre otras cosas, el cambio de sentido y el acceso a un ramal perpendicular. Dos personas aparcaron el coche a la altura de los contenedores de basura y entraron en el establecimiento. Sin ninguna prisa, las dos personas, en animada conversación, se dedicaron a observar las ofertas y los productos de las estanterías mientras el tiempo iba transcurriendo. Pero no les importaba que el coche produjera molestos atascos. Nosotros, por nuestra parte, terminamos por abandonar el local comercial y el coche aún seguía aparcado en un lugar notoriamente prohibido, como puede observarse en la fotografía. Y tampoco pasó absolutamente nada.